Montse Arnal, Karma Rovira, Joanna Cervera, Carmen Dallerés, y Carme Rius, hemos unido nuestra creatividad, intentando reflejar la belleza que se encuentra más allá de nuestros sentidos para transportarte a través de la vibración del color y de las formas, a mundos internos donde el tiempo es inexistente y el espacio infinito, en los cuales la belleza fluye desde lo mas profundo del ser y acercando a aquellos que los contemplan con consciencia, a estados propios de meditación.

martes, 18 de octubre de 2011

Caspar David Friedrich (1774-1840)

“La tarea del pintor de paisajes no es la fiel representación del aire, el agua, las piedras y los árboles, sino que es su alma y sus sentimientos lo que ha de reflejarse”.
                                Niebla en el Valle del Elba

“Tenía una expresión melancólica, muy suya, en un rostro casi siempre empalidecido, con unos ojos azules profundamente ocultos por las pestañas y las cejas, pobladas y rubias; ya su mirada, concentrada en grado sumo en el efecto de la luz se revelaba muy característica…..” Carl Custav Carus, 1865.

Caspar David Friedrich es el pintor mas importante del Romanticismo alemán y uno de los talentos más originales de la historia de la pintura de paisajes. Es el mejor representante de “la estética de lo sublime” nacida al amparo de la filosofía idealista. Friedrich se inició como dibujante topográfico a lápiz y aguada sepia, y hasta 1807 no se dedicó a pintar al óleo.

Necesitaba sumirse en profunda contemplación para conjurar mentalmente las imágenes que luego plasmaría en el lienzo. Friedrich eligió temas que abrieron nuevas sendas y descubrió aspectos de la naturaleza no explorados hasta entonces: una extensión infinita del mar o montañas, llanuras cubiertas de nieve o inmensas en la niebla y vistas a una extraña luz de amanecer, de crepúsculo o a la luz de la luna. Raras veces utilizó imágenes religiosas obvias, pero sus paisajes transmiten una sensación de espiritualidad muy intensa.

La descripción precisa, el enfoque nítido y el evanescente aire de irrealidad, la literalidad combinada con la elevada disposición de la poesía, hace sentir al espectador la consciencia de la incertidumbre agazapada en el corazón de la obra de Friedrich y su obsesiva lucha con el problema del arte y la realidad, con las angustiosas dudas del hombre de fe enfrentado a la grandiosidad de la Naturaleza.

En sus obras, Friedrich expresa la elevada y sublime melancolía, la soledad, la angustia existencial del hombre frente a la naturaleza mas arcaica y simbólica que adversa. Respecto a la naturaleza, la relación es casi siempre de atracción; pero eso no excluye la separación, la incomunicabilidad, el aislamiento nostálgico del hombre frente a la naturaleza. Resalta el tono de intimidad y misterio, la extraña y conmovedora fuerza de sus paisajes. Una precisión de detalle transparente y una superficie plana y lisa acentúan su carácter curiosamente retraído y lacónico.

Prácticamente murió en el olvido, y su influjo inmediato sólo se limitó a los miembros de su círculo de Dresde. La grandeza de la obra de Friedrich no empezó a ser reconocida hasta finales del siglo XIX con la llegada del Simbolismo.
Pilar Martin Espinosa

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